Cuarto álbum de CHUCHO, un álbum tan impactante como su portada, un discazo en el que Fernando Alfaro se muestra y se consolida como uno de los mejores compositores y letristas de nuestro país. Lo primero que me impresionó fue, a decir verdad, el sonido del disco, un sonido magistral. Un álbum que ha sido grabado entre Albacete y Barcelona, y masterizado en Abbey Road. El sonido es inmediato y espontáneo, sientes la voz de Fernando en primer plano, y todos los arreglos y la instrumentación están cuidados al máximo, y eso que el disco fue grabado sin maqueta previa. En el disco las baterías y guitarras suenan contundentes, las melodías suenan a veces crudas, a veces tiernas y escalofriantes, y la voz, a veces agresiva, a veces susurrante… Son catorce canciones donde no decae el nivel en ningún momento, y es que Fernando acopla perfectamente letras inspiradísimas sobre estrofas y estribillos contagiosos. Las canciones hablan de la mar, de niñas que quieren crecer, de soledades, de miedos, de autodestrucción y cariño… canciones que van desde la ternura de esa nana llamada “Y minera” hasta la crudeza de “Te exprimiré hasta la tumba”… letras y melodías escandalosamente estremecedoras, que demuestran que estamos ante un disco mayúsculo, en el que Manolo, de ASTRUD, hace coros en la canción que da título al disco, una palabra polaca, “Koniec”, que significa “Fin”, pero que no anticipa ningún final, sino que es tan sólo un guiño de Fernando a la palabra que veía en su infancia en la tele cada vez que acababan los dibujos animados.
Mis favoritas:
1. Capitán en alta mar.
2. Túnel de lavado.
3. Y minera.